Los políticos pasan por caja
El mapa social que actualmente vemos dibujado sobre nuestras cabezas nos pone de manifiesto la idílica relación que, desde la caída del Muro de Berlín, mantiene la administración política con la gestión económica. Con una tendencia a la baja, los gobiernos han ido dejando escapar de sus propias manos un poder ejecutivo cada vez más en manos de intereses comerciales, económicamente rentables y beneficiosos para unas partes en las que lo privado prevalece sobre lo público. En ese espacio donde el euro-dólar actúa como demonio situado sobre el hombro del político de turno y gestionado desde arriba con las piezas de un engranaje que el FMI y el Banco Mundial sitúan a su antojo.
La globalidad de intereses que parecen interponerse los unos con los otros ha traído consigo un extraño fenómeno al que asistimos cada vez con mayor asiuedad en la esfera político-económica que nos rodea. El retiro espiritual de líderes de Gobierno no es tal cuando detrás de su anticipada jubilación hay un cheque de fondo con muchos ceros y bajo el guiño de ojo de la entidad financiera, lobby o asesoría de turno.
El pasado jueves día 10 la noticia del fichaje de Rodrigo Rato por parte del Santander Central Hispano salía a la luz cuando todavía se especulaba en pequeños circulos políticos que el ex ministro de Economía podía ir en las listas de Mariano Rajoy a las elecciones generales. Nada más lejos de la realidad, el coloso financiero español se hacía con los servicios de unos de los hombres más importantes de los círculos económicos, suponiendo un nuevo triunfo para Emilio Botín y los intereses de la citada entidad bancaria. Quien fuera director general del Fondo Monetario Internacional hasta el pasado 31 de octubre, ya es nuevo asesor de la entidad y miembro de su consejo asesor internacional a cambio del nada despreciable sueldo de 200.000 euros anuales. Sin olvidar que antes de la perfecta jugada que ha hecho, Rato había sido contratado por el banco de Inversión Lazard como director general senior cobrando anualmente 2'7 millones de euros. Hagan sus cálculos.
Sin embargo, Rodrigo Rato no es el único político que, aprovechando el tráfico de influencias del que hacen gala y el romance permanente de la administración económica privada y el poder ejecutivo; ha sabido buscarse una salida para no tener problemas a la hora de llegar a finales de mes ahora que la inflación es protagonista. No hace mucho ya expusé en el blog la vidorra de la que Felipe González podía hacer gala después de 14 años encabezando el Gobierno socialista ("González, el sabio entre los sabios"). Junto a él, el sosiego de la madriguera política ha dejado de ser tal para ex líderes que, desde sus diferentes vertientes ¿ideológicas?, sacan el máximo provecho a lo que un día fueron. Alejados de las cámaras pero con sueldos ministeriales.
El ex primer ministro británico Tony Blair fue contratado este 10 de enero como consejero a tiempo parcial del banco americano JPMorgan. JPMorgan, el tercer mayor banco estadounidense, dijo que Blair proporcionará al presidente ejecutivo de la entidad y al equipo directivo asesoría sobre política mundial a tiempo parcial, y participará en los eventos de la compañía con clientes clave que incluyen conferencias. Se espera que éste sea el primero de una serie de puestos que Blair asumirá en el sector privado. Según una gestoría neoyorquina citada por el Financial Times, Blair recibirá una retribución por su trabajo en JPMorgan de más de un millón de dólares al año.
Por su parte, Alan Greenspan, quien fuera presidente de la Reserva Federal desde 1988 hasta 2006, encontró trabajo en el mayor fondo privado inversor en bonos, Allianz Pimco, quien contrató sus servicios como asesor financiero en mayo de 2007. Greenspan guió a la economía de EE.UU durante su mayor periodo de expansión económico y se hizo muy famoso por frases del tipo “exuberancia irracional”, que conmocionaban al mercado.
El caso de José María Aznar no deja de ser cuanto menos curioso. El ex mandatario español fue nombrado en junio de 2006 consejero de News Corporation, grupo mediático presidido por el magnate mundial de los medios de comunicación: el ultraconservador Ruper Murdoch y que controla medios como Fox, The New York Post y The Weekly Standard. Con este nombramiento, quien fuera jefe del Ejecutivo español , se convirtió en el único integrante de origen no anglosajón del 'Board of Directors', es decir, el órgano del grupo que toma las decisiones.
No obstante, parece que nuestro ex querido presidente no puede pagar las facturas a finales de mes, puesto que alterna esta 'trabajito' con el de profesor de castellano (y me da la risa) en la Universidad norteamericana de Georgetown, así como presidente de las FAES (Fundación para el Análisis y Estudios Sociales) actuando como encarnizado brazo sociológico y antropológico del Partido Popular. Si con eso no tiene bastante, de vez en cuando toca las narices en el panorama político español. Sin duda, Aznar se merece unas vacaciones.
Para terminar, que no por ser el último, el caso de Ernesto Zedillo sitúa a los nuevos filántropos en el ojo un huracán en el que la generosidad y/o solidaridad se disfraza de talonario. La Fundación Bill y Melinda Gates nombró al ex presidente mexicano como consejero de su panel de asesores externos de Desarrollo Global, del que forman parte destacadas personalidades del mundo académico y de la política mundial. En este puesto, que le fue asignado en septiembre de 2007, Zedillo labora junto a Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro de Estados Unidos y Philip Zelikov, ex asesor del Departamento de Estado y profesor de la Universidad de Virginia. Además de este cargo, en diciembre de 2002 Zedillo fue nombrado miembro del directorio de Alcoa, la mayor siderúrgica de EEUU. El ex mandatario mexicano también fue nombrado miembro del directorio de Procter & Gamble y Unión Pacific.
Otros ex altos cargos como Miquel Roca, Juan Antonio Samaranch o el aristócrata (que ya no de sangre real) Jaime de Marichalar también son ahora consejeros de cuatro (los dos primeros) y siete (el ex yerno del Rey) empresas que contratan con la Administración.
La pregunta entonces surge cuando uno se plantea porqué les han salido estupendos cargos y sueldos después de algunos años como responsables en las altas esferas político-económicas y dejando tras de sí unas maravillosas relaciones contractuales con las empresas que les han contratado. Podrían haber sido las éstas las que eligieran a los ministros y presidentes de los Gobiernos, pero prefieren esta otra forma. Nosotros los elegimos, ellos hacen lo que ellas quieren y después se lo pagan con sueldos nada despreciables.
2 comentarios
Jordan Jumpman -
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