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Donde la locura alcanza su sentido

Aviso para navegantes

Aviso para navegantes

Escribo para avisad a todo el que se meta en este blog (josuecoello.blogia.com) que me he cambiado a blogspot (por pura traición de infraestructuras). Por lo tanto, todo aquel que quiera seguir leyendo mis tonterías, bien puede hacerlo pinchando aquí, bien metiendo manualmente la nueva dirección (josuecoello. blogspot.com) en la barra de direcciones. He creado una nueva categoría llamada VIEJOS RETALES donde he incluído la gran mayoría de artículos publicados en este blog durante el último año y medio, tanto para conservarlos como para quien quiera volver a leerlos o hacerlo por primera vez. El resto de clasificación será la misma que en esta bitácora. Gracias. Un saludo.

¿Ha llegado el fin del ciclo Zapatero?

¿Ha llegado el fin del ciclo Zapatero?

El lunes 4 de marzo la tensión se precipitaba en los despachos de Ferraz, sede socialista en Madrid. No sólo el ambiente vivido durante aquel día de mensajes, declaraciones calmantes y miradas hacia Euskadi propiciaban el creciente nerviosismo en las filas socialiastas. El PSOE había perdido inesperadamente las elecciones en Galicia. Soporte fundamental en la política de puntual conciliación que el presidente Zapatero quiere desarrollar en esta segunda legislatura. La victoria aplastante de Núñez Feijoo en la Galicia rural y urbana, chocó de frente con la idea de una comunidad fuertemente gobernada por un bipartito frente a la imagen de un desgobierno alterante, enfrascado en cientos de batallas internas durante los últimos cuatro años. La derrota en Galicia parece propiciar un giro en la política que Zapatero y José Blanco quieren dar a las actuaciones del Gobierno en los próximos tres año. Situación altamente compleja dado el contexto convulsionista que España padece. Esa derrota en Galicia marcará la estrategia que el Ejecutivo socialista desarrollará hasta 2012 y que indudablemente mostrará el devenir de una ciclo que parece dar los primeros síntomas de agotamiento tras la llegada al poder de Zapatero en 2004.

1. Euskadi.Será la primera piedra de toque a la que Ferraz tendrá que hacer frente. Patxi López, el candidato socialista, será investido con toda probabilidad como nuevo lehendakari dentro de mes y medio. Hito histórico por un lado -es la primera vez en la historia española que un candidato no nacionalista llega a Ajuria Enea-. Sin embargo, el precio que tanto el PSE como el PSOE tendrán que pagar será muy alto. De una parte, arrebatar de la lehendakaritza al PNV supondrá restar apoyos al Gobierno en el Parlamento. Enjutado sobre los votos de los nacionalistas vascos, el Ejecutivo ha podido aprobar los seis proyectos presupuestarios -verdadera vara de medir el apoyo legislativo al presidente- que hasta ahora ha sacado adelante desde su llegada a la Moncloa. De otro, la investidura de López al frente del Gobierno vasco tendrá en el PP a su principal socio. Con dos escaños y 700.000 votos menos que en 2003, los populares han salido de un feudo ingobernable para ellos con el sabor a victoria electoral. Ahora tienen condicionados al PSE para que López sea lehendakari. No hará falta un gobierno de concentración no nacionalista, tal y como temen y ladradea el PNV, pero sí un trabajo conjunto para que el PSE alcance la histórica gobernatura en el País Vasco, donde hará falta el entendimiento bipartidista que en Madrid ni parece asomar.

2. Una solidez socialista en entredicho. La derrota en Galicia ha puesto de manifiesto que los gobiernos minoritarios del PSOE en España no son buenos consejeros. El electorado gallego ha castigado la ruptura ejecutiva y social que en la Xunta ha existido en los últimos cuatro años. Sin embargo, no es el único ejemplo donde el PSOE puede ver roto sus Gobiernos de coalición. Cataluña ha sido durante los últimos seis años el ejemplo más vivo en lo que a políticas de concentración, ruptura, y falta de definición se refiere. Navarra, con la falta de amor entre UPN y el PP, es otro ejemplo de la debilidad gubernamental a la que el PSOE se enfrenta. Si esta escasa concreción es a nivel autónomico, el aislamiento definitivo puede verse reflejado en Madrid. En el Congreso, el PSOE ha abogado durante estos años por acuerdos puntuales con sus socios para sacar adelante sus medidas. Con la pérdida del apoyo peneuvista, Zapatero puede verse apartado en un momento donde el consenso es más necesario que nunca. CiU no está dispuesto a regalar su apoyo al Ejecutivo, mientras que BNG, IU y Esquerra están inmersos en procesos internos más preocupantes para sus intereses que una eventual política de concentración con el Gobierno.

3. La crisis. La madre del cordero de todas las disputas partidistas que vemos. La crisis económica ha entrado en un momento decisivo para emprender verdaderas políticas contundentes en las que se pueda apreciar signos de recuperación. Todas las instituciones apuestan que 2010 será el año de la mejora, por lo que este 2009 debe significarse como el trampolín hacia el fin de la recesión, hacia la concreción de una mejora económica que España necesita acorde con las alarmantes cifras del paro que el país sufre. Para ello, la dura oposición que el PP hará, unido a la inexactitud del Gabinete económico de Moncloa y del Ministerio de Economía,  será la vara de medir para que este año sea clave para conocer la alfombra que el Gobierno está dispuesto a colocar de cara a una hipotética normalización financiera el próximo año. De hecho, gran parte del futuro electoral de Zapatero pasa por la mejora económica.

4. Gobierno de desgaste. Muchos de los miembros de la Ejecutiva Zapatero se han visto abocados al desgaste político, bien en unos casos por la política de choque que el PP ha llevado a cabo, bien por la propia inexactitud de estos políticos. Es el ejemplo del ex ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, que, acorralado por su enfrentamiento contra los jueces -desembocando en la primera huelga del ramo en la historia de la democracia-, y por sus vaivenes cinegéticos con el juez Garzón, provocaron una dimision irrevocable que desde Moncloa se vio con buenos ojos por el peso que suponía su pertenencia al Gobierno. Junto a él, Magdalena Álvarez ha sido el siguiente foco de atención, a veces crítico, a veces irrisorio, de una oposición que ha hecho de las políticas en materia de infraestructura un acicate para su supervivencia en el Ejecutivo. La crisis ha ahondado además en la aparente desidia del sector financiero del Gobierno. Pedro Solbes se ha eregido como la voz tibia ante la crisis. Sin una idea referencial, Solbes apuesta más por mirar a Bruselas que a su propio Gabinete económico para mejorar la caótica situación financiera. Ello le hace ser visto como un político gastado sin ningún afán por dar la cara ante la coyuntura. Miguel Sebastián es otro al que la crisis le ha otorgado un aire crítico con todo lo que hace. Acorralado por políticas carentes de base, no ha sabido contentar a los sectores más influyentes con los que se ha topado: automovilístico y energético.

Ante este contexto de inexactitud ejecutiva, legislativa y política, ya son muchas las voces que claman por una profunda remodelación ministerial para el próximo año, cuando se cumpla el ecuador de esta segunda legislatura Zapatero. Como la medida más efectiva, y sencilla, que el presidente deberá hacer para otorgar aires frescos y renovadores a su Gobierno. A partir de entonces, será cuando veamos si el Ejecutivo socialista sabe endurecer su puño, ahora más que nunca que la rosa del poder parece escurrirse ante las adversidades que la hoja de ruta nacional establece.

El modelo tenía un precio

El modelo tenía un precio

La Champions League es la competición que marca no sólo la grandeza a la que un equipo aspira a rodear, sino también que da muestras del presente deportivo de clubes derrochadores, caprichosos, enajenados por codiciosos objetivos y borrachos de la gloria que jugadores y espectadores observan y disfrutan con la máxima competición de clubes que existe en el fútbol europeo. Los cruces de octavos de final han cristalizado sobre el terreno de juego el contexto que dibujan los grandes equipos continentales. Tendrán en la siguiente fase la corroboración de un buen trabajo realizado, una desarrollada planificación deportiva o la consolidación de un modelo asimilado.

Porque si hay un equipo que ha plasmasdo sobre el terreno de juego la mediocridad a la que se ha expuesto en las últimas fechas ese es el Real Madrid. Ahogado por una crisis institucional de la que creía haber salido con un buen puñado de victorias, enmarcadas la gran mayoría bajo el pragmatismo de su pegada, la eliminatoria ante el Liverpool no sólo ha demostrado las muchas carencias de quien se presume como el mejor equipo del mundo, sino que ha golpeado el corazón de una institución que tradicionalmente ha tenido en la Champions League su bálsamo a las múltiples convulsiones que ha sufrido. Europa es para el Madrid el perfecto escenario en el que plasmar la grandeza que engalana su sala de trofeos. Ahogado en el plano táctico, indisciplinado en la efectividad y auspiciado en su grandeza; esta eliminación demuestra su nula creencia que la propia plantilla tenía de su futuro en esta competición. Los de Rafa Benitez abofetearon el presente de un equipo que necesita la ventilación de las elecciones, la renovación de aires y la demostración de que un nuevo modelo deportivo, económico y social podrá devolver al Madrid a una grandeza denostada.

Precisamente, la Champions parece habe devuelto al Barcelona esa estabilidad emocional tan necesaria para los culés en su forma y en su modo. Acosados por la obligación de aunar victoria y excelencia, la filosofía culé se plasmó en su quintaesencia en el encuentro de vuelta ante el Olympique de Lyon. Acosado por las dudas generadas durante sus últimos partidos, el Barcelona logró respirar con el buen fútbol como axioma de su existencia. Ganó y convenció durante un primer tiempo sencillamente formidable. Rapidez, control, presión y eficacia. Iniesta ha vuelto a dotar a los culés de un equilibrio en el centro del campo que provoca la movilidad indescriptible de Xavi y la apertura de espacios de Messi. Así, los de Guardiola golearon a un equipo francés que sólo pudo contemplar el regreso del buen fútbol a un Camp Nou acosado por las dudas. Si el equipo ha retomado la senda victoriosa con el aplauso como reflejo exterior, a partir de ahora su único enemigo puede ser la ambición de verse con posibilidades de hacer un triplete histórico. Eso significaría la plasmación deportiva del cruyffismo como modelo de éxito, como modelo iniciado hace 20 años y que es tan estético y preciosista en su victoria como funesto y arollador en su derrota.

Pero si uno de los cuatro equipos que ha perdido la oportunidad de retomar un prestigio total ha sido el Atlético. Acosado por el miedo de la inexactitud en todo lo que rodea el dietario rojiblanco, la eliminatoria ante el Oporto suponía el acicate para demostrar que el proyecto abanderado por un crepúsculo de geniales atacantes podía servir de base para futuras ideas, hipotéticos títulos. Sencillamente, el Oporto era la oportunidad para medirse de frente a un equipo deportivamente similar a los rojiblancos, para ganar una eliminatoria a priori equiparada pero que en realidad ha dejado a unos rojiblancos expuestos a la inferioridad que hasta ahora no había atesorado en Europa. La ida puso de manifiesto que el Atlético se equivocó al leer el partido. En la vuelta, Abel privó al equipo de una predisposición más ofensiva al dejar a Forlán en el banquillo durante 63 minutos. Eso aires que el Madrid parece necesitar son también más necesarios que nunca entre su vecino. La diferencia es que el aire que respira el Atlético lleva viciado años. Concretamente, el tiempo que los Gil llevan ocupando el trono monacal de un club agasajado por múltiples necesidades históricas.

En el otro extremo de estos ejemplos se sitúan el Villarreal. Con un modelo basado en la sensatez que desde los despachos se ha emanado siempre, es Pellegrini quien dota de esa responsabilidad táctica y deportiva a un conjunto que en sus dos participaciones en Champions ha logrado pasar la barrera moral de los octavos de final. Todo un logro para un equipo cuya sede social es una ciudad de poco más de 40.000 habitantes y que ha sabido aunar un modelo de proyección con la idea de un equipo vendedor. A medio camino entre la estrella y la consagración, el futbolista del Villarreal tiene claro cuál es su rol tanto en el conjunto con la competición que juega. Si a ello se le suma el metodismo y la inteligencia de un entrenador personalista como Pellegrini, el equipo sabe adoptar unos niveles de competitividad que le tienen cuarto en liga y entre los ocho mejores equipos del continente.

Ahora llegan los cuartos de final donde tanto Barcelona como Villarreal tendrán que hacer frente a un pomposo elenco de equipos europeos entre los que, como ya pasó el año pasado, los ingleses copan cuatro de esos ocho lugares más privilegiados. De ellos, tanto Liverpool como Manchester se apuntan a la grandilocuencia del favoritismo. No sólo por nombre u hombres de su plantilla sino por la grandeza que en competiciones así emana de un fútbol preciosista en momentos, pragmático en otras. Arsenal y Chelsea deberán corroborar en la Europa olvidada que los males de la Premier se deben a la imponencia del club de Old Trafford. Entre ellos, un portugués -Oporto- que sabe perfectamente a lo que juega, y que puede aprovechar la flexibilidad, dinamismo y rapidez de su tripleta atacante -Lisandro, Cebolla Rodríguez, Hulk y Lucho- con su experiencia en competiciones de detalles como la Champions. El retorno es el de Bayern que sin hacer mucho ruido ha logrado 12 goles en una eliminatoria que puede devolver a los bávaros a la élite de un fútbol europeo que nunca le olvidó. Los clubes llaman a las puertas del fútbol europeo. Los clubes se juegan algo más que un título. Exportar y triunfar con el modelo diseñado tiene su precio. Llega la gran Champions. La gran Europa.

El Atlético anima la Liga

El Atlético anima la Liga

El interés que la liga podía deparar tuvo ayer una muestra de que las 15 jornadas que restan serán emocionantes, apasionantes y extramadamente competitivas. Hay liga. Y la hay, ya no sólo por ese valor estadístico fundamental e irrefutable que dice que en tres jornadas, el Real Madrid ha recortado ocho puntos a su predecesor. Hay liga, porque el Barcelona ha entrado en una espiral vertiginosa de la nada. Acosado por un equipo blanco que ha sabido adaptar su juego a su discurso, los blaugrana parecen haber optado por ese caída libre psicológica y deportiva increíble hace tan sólo un mes.

Porque si hay algo que diferencia a blancos y azulgranas en situaciones extremas es la fortaleza psicológica de la que unos presumen, y otros adolecen. De un lado, el Madrid, con sus diez victorias consecutivas ha logrado fortalecer una moral minada con el desastre institucional iniciado hace dos meses. Entonces, nadie abogaba por estar tan cerca del todavía líder. A los blancos no les hace falta un gran juego para llevarse los partidos con la facilidad que hasta ahora han demostrado. Dejando de lado la prosa heróica de hace dos años, ahora plantea los partidos con una tranquilidad de quien se sabe ganador, de quien conoce la inercia positiva y de quien, con un perfil bajo, reconoce que su momento puede llegar pronto. El sábado ante el Espanyol volvió a demostrar que con poco es capaz de desmontar a su rival. En concreto, sólo tuvo que modificar un esquema partido en dos, por otro tiznado de rigidez. Entonces, el anclaje en centro del campo de Lass, apoyado por la salida del balón de Raúl, fue suficiente para atizar con dos paletas la inoperancia espanyolista. Así, y con brillante excepción de los encuentros ante Betis y Sporting, el Madrid ha logrado treinta puntos consecutivos y ha demostrado que sabe adaptar sus necesidades a las muchas virtudes de las que es capaz.

Del otro el Barcelona. El fútbol de seda por excelencia que de forma inexplicable ha caído en la tentativa del miedo. El Barcelona, a diferencia del Madrid, no sabe ganar sin el preciosismo que siempre necesita demostrar. Y eso le afecta negativamente en el trascurso de unas jornadas donde su rival recorta puntos como antaño los blaugranas goleaban. El Barcelona siempre ha avanzado con el juego y la psicología como alfa y omega de su existencia. Como una relación directa, borrando uno de estos elementos, el otro también se ve afectado. Y la traducción clasificatoria está bien clara: ocho puntos menos en tres jornadas. El encuentro de ayer ante el Atlético es una buena muestra de la situación en la que los azulgranas se encuentran. Han perdido la conjunción entre líneas. Eso demustra que el centro del campo, su gran referencia a la hora de romper los encuentros a su favor, ya no encuentra el viento. Ayer el Barcelona se dejó contagiar por una carrusel de goles y emociones en el que el Atlético de Madrid se mueve mejor que nadie. Pareció pactar con los rojiblancos un antiacademismo del que salieron impunes los de Abel. ¿La razón? Esa que los rivales van entendiendo a la perfección: ahogo en el centro del campo, presión insuflante a la defensa blaugrana y una falta de frescura que denota que estamos en marzo. Si a un equipo que respira a través del balón, le azotas con la mirada enfrentada, parece no reaccionar ante la ingobernabilidad que ultimamente ha demostrado. Peligrosa tendencia para afrontar tres competiciones en tres meses.

Ante ello, ya nadie duda de que hay liga. El Madrid, aunque callado ante el devenir de nervios ajenos, sabe perfectamente que su momento ha llegado. Después de estar desauciado deportivamente hace apenas semanas, los blancos han recuperado un espíritu que nunca han dejado de demostrar. Hace dos temporadas, apelaron al romanticismo de ese club. Ahora apelan a la serenidad y la tranquilidad. Características que parece haber perdido el Barcelona. Ese club que parecía el más cuerdo de los cuerdos. Hasta hace tres jornadas. Hoy, con ocho puntos menos, la locura parece haberle arrebatado la verticalidad. Tan necesaria en su juego, y en su estado anímico.

Los cuentos que yo cuento

Los cuentos que yo cuento

Esa llamada que se presenta como una tentación que aborda desde lo irresistible hasta lo necesario. Pasar de un segundo a un siglo con un solo paso. Una inetabilidad perenne que merodea tu estómago como las botas de un alpinista, como esas pistolas de Warhol sin munición ubicada tras de tí. Aquella grieta que se reabre en tu estado emocional. Aquel relato de Boudelaire que ejemplifica la soledad de tu destrucción. El motivo de alcanzarte, de no ubicarte, de desesperarte. Argumentos futiles y anudados sobre el vacío o la inutilidad. Esa seguridad en uno mismo que se viste de Rey derrocado. Preferir entre la guerra u otro invierno sin tí.

Tráficantes de estampitas que hacen su agosto en el supermercado. Adolescentes que comen pastillas de colores, hastiados de tiempos modernos. Hay tanto idiota ahí fuera. Y tú mientras te mueres por decirlo. Atardecer y pisar sobre arenas movedizas. Bobalicones que desean el amanecer como el alfa y omega de lo que nunca serán. Aquella mirada perdida que esconde la pedantería de la que hacen gala. Compra una máscara antigas y mantente fuera de la ley.  Llegar a la farmacia y preguntar si tienen pastillas para no soñar.

No sabes cual es la medida hasta que todo termina. Nunca sabes decir basta, creyendo que no haría falta. Ahora necesitas algo más. Aseguras que te has desenganchado. No es cierto, se te nota al andar. Por qué la mentira vale más que la verdad. No le ofreces la luna, crees que es suficiente con perecer a la sombra de algún sauce llorón. Ninguna decisión sin calcular. Pensar que sería absurdo. Cuestiones indomables, tardías e irrevocables. La respuesta no se asienta claramente. ¿Dudar? Quizás. Ahora ya lo tienes claro: Los cuentos que yo cuento acaban tan mal...

Palabras de aquí, motivos de allá

Palabras de aquí, motivos de allá

Escribes para olvidar. Sin embargo, necesitas recordar cada uno de los pensamientos que te ahogan, que te brotan, que subyacen desde un punto de no retorno. Entonces la imaginación apunta, la conciencia dispara y las palabras fluyen para eregirse como vocero de lo que somos, de lo que soñamos, de lo que detestamos. Historias de amor y de humor suscritas sobre un estado de ánimo traicionero, aquel que casi nunca refleja lo que deseamos ser. Aquel donde verdaderamente nos encontramos.

Escribes para señalar. Apuntas con frases aromatizadas de perennes recuerdos, de conciencias olvidadas, de futuros varados. Tu tristeza se traduce en las sílabas que emanan de tus sentimientos, de tu cabeza, de tus dedos, de estas teclas. Tu alegría se evapora a la vez que sabes que este presente no cuenta con vasos y besos comunicantes. Cuando dejas de sentir una simpatia natural y espontánea hacia las cosas extraordinarias es cuando las letras que aquí dejas, sirven para guiar al explorador que perdió la brújula y el mapa.

Escribes para recordar. Para buscar explicaciones, para hallar respuestas a ese instante que golpeó tu devenir, que glorificó tu inexpresividad. Machacas las teclas que muestran la insoportable incertumbre que te rodea, la inestabilidad que te amenaza. Tu expresividad parece insignificante. Esas frases descritas se convierten en tu única aventura, en tus escasos relatos, en tu ciclotímica novela, en desesperados ensayos, en agrios epítetos. Dejas esta descripción a la espera de algo mejor. La soledad es un lugar vacío sin ella.

No escribes para llorar. Sin embargo, las letras son esas lágrimas que no pueden fluir. Abordas situaciones que no alcanzas a comprender, que valoras con recordar, que sigues sin entender. Inventas parapetos donde nunca estarás. Historias en los que aquel instante fue milimétricamente pensado, concienciadamente estudiado. Llevado a su terreno, alcanzado por la ira, la venganza, el deseo. Historias donde aquella decisión buscada por otra persona se convirtieron en novelas nunca narradas. En donde las palabras balbuceaban por el rencor presentado. Los personajes parecían no buscar el placer, más bien añoraban el error como un deseo buscado y encontrado.

Por eso ya no dejas de escribir. Por todo aquello que quisiste decir, que no supiste explicar, que no mereciste escuchar. Prometes no dejar de escribir sabiendo que nunca aceptarás la derrota. Por mucho que tengas que decir sabes que una palabra mas rotunda que otra no te otorga ni un gramo de verdad. Escribes porque el folio se convierte en ese enjambre que te permite reflejar todo lo que necesites abordar. El reflejo de lo que pisas y tocas. Necesitas escribir para encontrar explicaciones inaltarables, para soñar con situaciones más que variables, para inventar historias nunca comprobables. Ahora sólo queda coger tu pluma, marchar con las letras a otra parte, donde cada instante pase a ser una hora sagrada, y retomar ese relato inoportuno que te sirva de vacuna.

 

Canción

Canción

Yo no soy estrella del rock, ni tampoco un cometa pasajero. En todo caso un lucero cantaor, ya triste y apagado. Ante eso sólo queda ya cantar. Cantar contra quienes no tienen, cantar por quienes mueren, cantar contra las prisiones, lentas ejecuciones. Todo ello aderazado bajo el ritmeante compás de esa imagen del cantante. Canta por tus desilusiones, por mis miedos. Para esperanzarte con el mañana, para no olvidar el ayer.

Canta por mi muerte, por mi inmovilidad, por tus desilusiones. Canta para que la luna no se convierta en una oportuna cámara oculta, esa que te vigila y en las noches de aventura te desnuda. Canta si tu tejado se te hunde encima y te aplasta, atorando los escombros tu garganta. Cantaste cuando quisiste gritar. Entonces sí te podrán escuchar. Sin embargo, recuerda que pudiste callar, pero quisiste hablar. Pudiste llorar, pero entonces vengar fue lo más fácil a la hora de desahogar. Estudiado el odio y sus defectos, canta por el amor, que tampoco es perfecto.

Canta para que vuelva el lobo del cuento, para que sople y de nuevo todo comience, todo pueda ser rescatado. No olvides cantar por el odio a la violencia. Generada por las dichosas banderas de siempre. Canta para que se vuelvan a oir gritos de libertad en los paraísos de sentimientos dormidos. Canta para calmar mi dolor. Canta para que si llega mi muerte sea antes del amanecer, para pillarme dormido. Canta para que los sentimientos sigan dormidos. Canta porque si callo, olvido.

Si cantas que no sea sólo por tí. Las horas ya marcan el tic,tac,tic,tac. Ahora ya sólo te queda saber cuánto tiempo te queda. Cuándo llegará el próximo castigo, el siguiente indulto, dónde aparcará tu destino. Lo sepas cuando lo sepas, no te olvides de cantar.

La delgadez de Lucas

La delgadez de Lucas

Como venía siendo habitual durante las últimas semanas, Lucas no podía levantarse. Las sábanas de su cama servían como una fina maraña de la que no podía despegarse. Su animadversión hacia lo que fuera le esperaba, le convertían en objeto de tenencia a la hora de finalizar el descanso. No podía atardecer, pero tampoco quería. Su escaso interés por un mundo, del que cada vez se alejaba más, no era una coincidencia ante tal acción. Para él, el estado de las cosas había adquirido una magnitud casi peyorativa. En todo caso, infausta para retomar una felicidad olvidada.

En aquel invierno del 84, las televisiones que poco a poco se establecían en la cotidianidad diaria mostraban la cruda realidad de un Oriente Medio que se desangraba. Iraníes e iraquíes se mataban instigados por la irracionalidad de Saddam Hussein, EEUU y la URSS usaban sus últimas cápsulas de miedo en la cada vez más tecnológica Guerra Fría. La amenaza de una guerra nuclear daba paso a una guerra de las galaxias cuasi irrisoria donde Reagan ya visitaba Pekín para unir las redes del futuro capitalismo. Las calles se vaciaban gracias a los devastadores efectos de la heroína. Jóvenes desilusionados y desesperanzados con un presente inocuo y un futuro inexistente. Pink Floid arrasaba en ventas con una psicolodelia rockanrollera que nunca llegaría a entender.

Por entonces, a Lucas se le acababan las fuerzas por la noche, aquellas que el sol vagamente le otorgaba. La noche se ocultaba en su quehacer diario para robarle parte de su intimidad. La noche era sinónimo de soledad, de vacío, de oscuros recuerdos. La noche era su amante traidora. Hasta que la noche no desaparecía, Lucas no participaba de una normalidad responsable, esa que añoraba. Hasta ese momento, Lucas sólo podía exigirse a sí mismo lo que la coyuntura le otorgaba. Utilizaba la mentira como escudo del cinismo. Como protección para no hacer daño, para ocultarse ante imposiciones absurdas, ante pensamientos equívocos, ante realidades inexistentes. Aquellas que alguien había visto en él y que no podía desmontar con la verdad. Lucas empleaba la mentira como axioma de la racionalidad. Que idiota.

El túnel en el que se encontraba no mostraba ni un solo pequeño ápice de esperanza, ni una mínima pista de luz en donde la oscuridad emergente servía de acicate para no salir de la cama, para no pensar en el prójimo. La mayoría de las veces también le servía para no pensar ni en si mismo. El tiempo que debería pasar para normalizar su inexistente personalidad era la lucha cotidiana a la que tenía que hacer frente. Ese tiempo estaba venciendo ante el devenir de los minutos, horas, días. Lucas era venas, pero también era sangre. Era llanto, era lágrima. Era el rithm y el era el blues. Lucas en sí mismo era soledad. Aquella que se había apoderado de su dietario. Aquella que se reflejaba en masturbaciones esporádicas. Atravesaba los peores momentos de una vida que siempre consideró, cuanto menos, correcta. La alianza emocional que Lucas pretendía trazar duraba instantes, se sustentaba a través de los finos hilos de la que se componía. Esos que le acercaban a una realidad indeseada.

Encontrarse con aquella amiga común no sirvió para aliviar tempestades, para espantar miedos, para paliar nervios.

-Donde habita el olvido-le dijo en un momento de aquella rápida conversación.

El olvido no podía formar parte del recetario para abandonar el cataclismo emergente en el que residía. El olvido se conjugaba con la soledad, con el inesperado rumbo que las circunstancias habían adoptado. El olvido tan sólo era un motivo más para no salir de la cama. Ella quería ya convertise en un vago recuerdo. Él quería convertirla en un recuerdo presente. En definitiva, como lo que hasta entonces había sido. Desde el primer día, la soledad estaba enfadada con el olvido al que parecían haberse abocado el uno al otro. La soledad tan sólo era un síntoma del olvido imposible del que Lucas hacía gala. La soledad como el aire que desestabilizaba su castillo de arena.

Lucas contradecía a Casariego. El flaco cada vez más flaco. El hombre delgado cada vez más delgado. El hombre abandonado a una especie de propia suerte que sólo su soledad parecía acoger. El hombre delgado que no podía levantarse de la cama. El hombre delgado llevaba ya un tiempo flaqueando.

Gracias

Gracias

A todos aquellos que algún día dejaron de confiar en mí. Creyendo hasta entonces varadas palabras que sonaban a vacío. Sólo entonces pude comprender desafíos, obligaciones, responsabilidades. Quizás algún día puedan ser satisfechas. Gracias por alcanzarme cuando salí corriendo a la búsqueda de imperfectos sueños que posiblemente nunca lleguen a cumplirse. Gracias por otorgar el beneficio de la duda cuando la duda se presenta como acusación particular. Gracias por rescatar recuerdos, por apoyar historias, por escuchar manias. Gracias a aquellos que tejen melodías y palabras. Gracias a aquellos que retiraron sus pistolas, reflejadas como el miedo que acecha con letanía y proximidad.

Gracias por hacerme ver la noche como axioma de la soledad. Entonces si las voces duermen, comienzo a desesperarme. La tranquilidad como enemigo de multitud de pensamientos. Garcias por presentarme al abismo. Gracias por teñir el escenario de pesimismo, por burlar el desaliento con un fino movimiento. Gracias por desconfiar, acusar, por manipular. Por no escuchar, por no pensar, por llegar hasta aquí. Gracias por apartar, por dejar de ser musa. Entonces el héroe pierde la inspiración. Gracias si ahora disfrutas, si algún día gozaste, si mañana vuelves de llorar. Gracias por inspirarme desconfianza: no en tí, sino en mí, en el prójimo. Gracias por rechazar mentiras, por apoyar especulaciones. Gracias por dejar que el destino se ría de mí. Gracias por invitarme a esta despedida. Gracias por aprender los lazos del institito. Porque en algún momento los días fueron profesores. Gracias por subrayar los múltiples defectos, por rememorar viejos trazos seguramente mal dibujados. Gracias por sumir la normalidad en desencuentro, la esperanza en hastío. Gracias por convertir la discusión en arte.Gracias por recordarme que las cosas pierden algo de valor sin críticas enfutadas, maniatadas, reiteradas.

Pero sobre todo, gracias a tí. Por inspirarme a escribir un texto así: duro, desesperanzado, desalmado, gélido, rancio. Cuando la reiterada coyuntura siempre se convierte en nuevo desafío. Cuando una reflexión embauca mil ideas. Ante ello, sólo puedo estar complacido. Lo dicho, gracias.

 

Ilusiones en aquella calle que no tenía aparcamiento

Ilusiones en aquella calle que no tenía aparcamiento

Busco todo lo contrario a lo que un desconocido futuro me deparará, pero aún sin descubrirlo, no quiero esto. Recorro de un vistazo un pasado productivo: argumentado con matices, presentado con alegaciones, solapado con el desconocimiento. Entonces comprender un presente atormentado, descolocado, somnoliento; parece más sencillo cuando el status quo de las cosas se arrima a nuestros brazos para acogerse con comodidad.

Ya no necesito mirar detrás de la puerta. Ni imaginar con el placer que volverá. Sólo puedo soñar con el soplo de palabras. Eso sí, a modo de susurro. Ahora observo sin hablar, callo sin molestar, acepto sin enfrentar. Ignoro la contradicción, valoro el atrevimiento. Las miradas se cruzan como un puñal distante, amenazante; nunca sangrante. El espacio abierto se contrae frente a mis ojos, los que reflejan que la libertad quedará minada ante advenedizos pensamientos. Aquellos que añoras, y deseas, pero vacías sobre contadas raciones. Vuelvo a retomar viejas conspiraciones apocalípticas que anuncian el reflejo de uno mismo. De lo que soy, de lo que en otro momento aspiro a conquistar como colinas cada vez más alejadas.

Desprecio a los mediocres, a los poderosos, a los ajustados y enjutados encorbatados. Odio a perfectos, a los que nunca se equivocan. A los que si lo hacen no saben reconocer su derecho a ello. A los vengativos, que actuan como acicate para con otro. A los que no entregan un guiño cómplice como fruto del mercadeo personal. No dan, pero tampoco dejan recibirlos. Caprichosas manías que no merecen ni un sólo gesto de complicidad. Odio quererte, echarte de menos. La extravagancia arrebata la intimidad, la irreverencia presta libertad. Desconfío del celoso, del mentiroso, del cobarde. Desconfío del eterno ganador, de los perennes soñadores, de los recuerdos analizados, de mí mismo. No votaré jamás a quién piense por mí, quién reze por mí, quién actúe por mí.

Ahora el retorno quedará lejos. Varado de una realidad que nunca fue palpable. Mientras,las palabras retomarán su significado cuando la verdad acuda en su rescate. El balbuceo no será sencillo, por lo que hasta que encuentre sentido a ello, el largo camino invitará a pensar, a amar, a aceptar. Hasta entonces, me canso, me burlo. Disculpe quien me tome por loco.

La crisis había llegado a los niños

La crisis había llegado a los niños

 

El local tenía unas dimensiones idóneas para que un negocio de ese tipo fructificase. Era amplio, espacioso, milimétricamente organizado, aireado y de cara a unos consumidores que pasaban diariamente por él. Junto a su perfecta ubicación, en la fachada podía leerse un cartel que rezaba Se organizan fiestas de cumpleaños o eventos lúdicos infantiles. Interesados llamar al teléfono aquí descrito o preguntar dentro. En el interior no había nadie, lo que nos lleva a sobreentender que nadie celebraba entonces su cumpleaños o nadie tenía algún motivo lúdico para adquirir aquel otro local ofertado. La realidad era que dentro nunca había nadie. Ni entonces, ni en días de aniversario.

Ese reiterante vacío físico del interior constataba con la cara que aquel dependiente tenía. De una avanzada edad, parecía que la apertura del negocio era el último reducto al que se había agarrado aquel hombre apagado, de carácter apacible, callado pero sonriente ante el paso vecinal. Nuestro personaje, un dependiente del traicionero pequeño negocio, nunca mostró satisfacción ante nada ni ante nadie. Sólo la imperfecta forma de su boca contrarrestaba con su modelo de negocio. Con sólo media dentura en cuasi buen estado, las caries acompañaban las palabras que sus labios pronunciaban.

Paradojas del buen vivir, aquel caballero de dentadura irreconocible regentaba un negocio de chucherías, aquellas comidas intemporales que mamá nunca permitía adquirir libremente pero que alguien creó como premio a la buena educación, a las mejores notas y a la satisfacción del festejo. Sin embargo, aquel hombre nunca logró atraer la atención de madres reticentes a comprar gominolas. Ni de ellas, ni de niños escapados del brazo maternal para saborear el placer de la glucosa industrial.

Desconozco la razón por la que la clientela rehuía de aquel simpático negocio. Parece que el crédito se había agotado hasta satisfacer el deseo de niños hambrientos de imperecederos productos. Las reticencias hacia el consumo sólo vienen descritas por el miedo hacia la crisis. Parecía no sólo afectar a inversores, trabajadores de una clase media desangrada o parados sin la esperanza olvidada. La crisis había alcanzado, y robado, la mayor ilusión que una imagen nos enseña: la sonrisa de un niño ante la adquisición del dulce sabor. Eso que lleva a la desilusión del pequeño por el caramelo robado. A partir de ese momento, quizás era más fácil comprender porqué aquel vendedor nunca reía.

Epílogo de (nuevas) erróneas interpretaciones

Epílogo de (nuevas) erróneas interpretaciones

Adolezco de memoria para recordar cómo las trampas se colocaron estratégicamente a cada paso dado. Entonces parece que una vez retiradas, las huellas plasmadas muestran el camino que has de dar. El error juega entonces a mi favor con un margen difícilmente calculable. No me pregunten si he sido justo cuando quise llorar y no pude. Tampoco por qué esos momentos que ansiaban mi llanto no reconocían una lógica imperante en ilógicas situaciones. Lágrimas de desesperación o desesperadas lágrimas, aquellas que ni tienen color u olor ni demandan pañuelos baratos para paliar el sofoque. La duda me asalta si me ciño a la máxima del ver, oir y callar. Atento a infaustas consecuencias si así no fuese. Ahora mi estómago demanda el vacío. No querer, pero justo después del no poder. Supone algo parecido a enfrentarte a ti mismo, cuando ni uno mismo logra reconocerse. Bochornosos desnudos de cuerpo y mente ante un cristal que refleja aquellas inquietudes que un día solaparon parte de un pesar siempre amenazante. Y es que el espejo nunca miente. Mientras, la tristeza me guiña un ojo y demanda mi atención.

-"Eso está hecho", debo pensar yo.

Ahora la mentira parece haber desaparecido de la parte trasera e identificativa de mi DNI. Ahora, la bola de cristal dejó de funcionar y con ella, interpretaciones que bailaban al son de la debilidad, de la inestabilidad. Todo parecía atado, pero también muy bien atajado para alcanzar una meta de difícil reconocimiento. Entretanto, me cuestiono porque el rithm se ha separado del blues. Ahora tendrán que compartir la custodia de la grafía &. Dylan parece cantar para mí, mientras The Animals bucolizan algún tema de Nina Simone que lleva dedicatoria.

Gracias por haberme presentado al abismo. Se dibuja a mi alrededor mientras exige parcialmente mi atención. Te agradece acercarte a él aún sin conocer las ingrávitas demandas que ahora pide. Con el abismo cerca tuya, el futuro se ríe de tí. Inmóviles sentimientos, paralizada tragicomedia que comienza a representarse. Entonces, el capítulo apura unas últimas letras que no dan respiro ante esta conclusión inacabada. Frente a esta terminación apurada, el definitivo punto y final corrige una idea equivocada.

Discúlpenme los parados, los enfermos, los palestinos, los penados por la SGAE, los calvos, los felices o los discotequeros. Pero en esta ocasión, la culpa no fue mía.

La palabra paz parece una broma de mal gusto

La palabra paz parece una broma de mal gusto

La Franja de Gaza es un pequeño reducto de tierra que comparte frontera con Israel (al sudoeste) y con la Península egipcia del Sinaí (al nordeste). Tiene una población de algo más de millon y medio de habitantes, su densidad de población supera los 4.000 habitantes por km2, y la tasa de desempleo alcanza el 50%, según estimaciones de la ONG Save the Children. Conforma junto a la franja de Cisjordania los denominados territorios palestinos, usurpados por Israel tras la Guerra de los Seis Días en 1967 y sólo devueltos en 2005 tras un plan de retirada unliteral ejecutado por el entonces primer ministro sionista, Ariel Sharon. Entonces, la Franja de Gaza fue gobernada por la Autoridad Nacional Palestina, es decir, la oficialidad gubernamental en Palestina y la única organización aceptada como interlocutor válida en la geopolítica actual; hasta julio de 2007, cuando Hamas y Al-Fath (el brazo armado de la ANP) se enzarzaron en una guerra civil por el control de la Franja.

 

Hoy la Franja de Gaza sufre su quinto día de bombardeos consecutivos por parte de Israel. Hasta la fecha, han muerto casi 400 personas (todos ellos civiles, a pesar del maniqueísmo de la prensa con disgregar civiles e islamistas) y la cifra de heridos supera los 2.000. La situación se agrava a cada segundo que la operación ’Plomo fundido’ continúa con una crisis humanitaria sin precedentes y con un status quo que alcanza los calificativos de guerra. El contexto no invita a pensar en una solución cortoplazista mientras las operaciones militares se suceden y casi 2.000 reservistas israelíes y cientos de tanques silencian apostillados en la Franja a la espera de órdenes que den comienzo a la definitiva ofensiva terrestre.

Hoy Israel es una potencia occidentalizada en un caldo de cultivo llamado Oriente Próximo. Tel Avivi ha sabido aplicar hasta la fecha la política del palo y la zanahoria. Apoyados en todos y cada uno de sus movimientos por EEUU (con su respaldo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas donde Washington tiene derecho a veto), los sucesivos Gobiernos hebreos de cualquier índole (sean laboristas, sionistas -Likud- o de centro derecha -Kadima-) han adaptado el discurso del victimismo histórico para otorgar a sus vecinos musulmanes la oportunidad de redimirse ante sus decisiones políticas o aplacar las motivaciones belicistas. Hoy volvemos a ver como el escenario se tiñe de sangre cuando, en este caso, es Hamas la organización a la que se quiere apartar del escenario internacional.

Sin embargo, la cárcel en la que se convierte Gaza en la actualidad no es sino un fruto más de políticas erráticas para alcanzar la paz y de perspectivas diferentes a la hora de enfocar la situación actual. La ignoramos pues para empezar a valorar lo que realmente está siendo la reiteración de unos hechos manchados de sangre.

  • Hamás alcanza el poder por la fuerza

No es cierto. La organización islámica Hamas llega al poder en enero de 2006 tras unas elecciones de indudable pureza y legitimidad donde logra 76 de los 132 escaños que componen la Asamblea Palestina. Muchos expertos vieron en esta sorprendente victoria una respuesta democrática a la mala gestión del oficialismo de Al-Fatah en un Estado sin tierra como es el palestino. Cansados del nihilismo que durante años había aplicado Yasser Arafat en la presidencia de la ANP, Hamas se erigió como un movimiento donde las políticas sociales jugaban un gran papel para el desarrollo del pueblo palestino, en particular, y musulmán en general. Sin embargo, el ascenso del Hamas al poder supuso un duro revés para la legitimidad internacional y la primera medida fue congelar las ayudas económicas al país por parte del Cuarteto que supervisa los planes de paz (EEUU, Federación Rusa, UE y ONU). El objetivo era obligar a Hamas a renunciar a las armas y a una lucha armada contra Israel. En total, unos 40 millones de euros mensuales comenzaron a ser retenidos y más de 3.500 productos básicos para la supervivencia fueron bloqueados en la frontera, para ahogar económicamente y humanitariamente a quien había llegado al poder de forma legítima.

  • Al-Fatah y Hamas son enemigos

Ambos son dos facciones palestinas de corte diferente. Si Al-Fatah es el brazo armado y político de la Autoridad Nacional Palestina, que ha gobernado el país y ha negociado los sucesivos planes de paz desde la Guerra del Yom Ki Pur en 1973, Hamas es una organización de corte islamista que nunca ha dejado de considerar la opción de la vía armada.

La histórica confrontación entre la facción Al Fatah, derrotada en las urnas, y Hamas se agravó más que nunca con la victoria de estos últimos en 2006, pero una sutil intervención internacional logró que pasara de las palabras a las armas.

Según una investigación de la revista ’Vanity Fair’ apoyada en documentos confidenciales autentificados por fuentes norteamericanas, "hubo una iniciativa encubierta aprobada por Bush e implantada por la secretaria de Estado Condoleezza Rice y el viceconsejero de Seguridad Nacional, Elliott Abrams, para provocar una guerra civil palestina.

El plan fue apoyar las fuerzas dirigidas por Mohamed Dahlan, líder de Al Fatah, y dotarlas con nuevo armamento suministrado a petición norteamericana para dar a Fatah la fuerza necesaria para eliminar del poder al Gobierno democráticamente electo de Hamas. Es decir, Washington promovió un conflicto civil interpalestino para acabar con los islamistas.

Así, el actual líder de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Abu Mazen, (Mahmud Abbas) se negó a entregar el control de las fuerzas de Seguridad a Hamas, que organizó sus propias fuerzas. Los choques aislados entre ambas facciones se sucedieron durante casi un año y medio, hasta que en junio de 2007 derivaron en una corta guerra interna en la Franja de Gaza.

A los islamistas les bastaron pocos días para expulsar a Al Fatah. Abu Mazen disolvió el Gobierno electo de Hamas para nombrar otro Ejecutivo, tachado de ilegal por algunos expertos palestinos que también criticaron duramente la actuación de Hamas, y dividiendo ’de facto’ los dos territorios palestinos. Desde entonces, la primera crisis humana creada expresamente por Occidente ha empobrecido a la población hasta límites insospechados. Si en 2007, un millón de personas en Gaza sobrevivía gracias a las ayudas de la ONU, hoy se calcula que 1,2 millones comen gracias a Naciones Unidas, que ha dejado de recibir alimentos básicos por el cierre israelí. Hoy en día, los habitantes de Gaza tienen serias dificultades para encontrar pan.

  • Hamas es culpable de la actual situación

Hamas e Israel acordaron establecer una tregua en sus reiterados ataques en junio de este año. De una duración que alcanzaba los seis meses, la organización islamista decidió no prorrogarla ante los continuos ahogos a los que se veía sometido por parte de Israel. Así, el 19 de diciembre, anuncia que no continuaría con la misma. A partir de ese momento, el Gobierno de Tel Aviv tenía claro que la ofensiva militar no tardaría mucho en llegar. Una semana después comenzaba la operación ’Plomo fundido’. La justificación a la misma era el masivo lanzamiento de cohetes desde la franja a suelo israelí. Es cierto que las facciones armadas palestinas lanzan sus cohetes contra el sur de Israel, al igual que es cierto que Tel Aviv acomete ofensivas aéreas contra la Franja en lo que calificacalifica como asesinatos selectivos, que por lo general suelen ocasionar víctimas civiles. La cuestión está en qué tipo de daño hacen unos y otros.

Según datos del Ministerio de Defensa israelí, la ONG The Israeli Project calcula que 23 israelíes han muerto entre 2001 y el verano de 2008 a causa de los proyectiles palestinos. Según el Centro Palestino para los Derechos Humanos, en ese periodo cerca de 4.000 palestinos han perdido la vida por ataques israelíes, de los cuales casi 850 son niños. Si a armamento nos referimos, Israel dispone de la más moderna tecnología militar auspiciada por EEUU, de carros de combate terrestres y aéreos en forma de F-16, y de una capacidad castrense insólita para un país que no llega a los cinco millones de habitantes en suelo israelí. Por su contra, Hamás dispone de las más rudimentarias formas para el combate. En concreto, son los cohetes de corta distancia Katiusha losempleados para el ataque. Los cohetes más rudimentarios se fabrican en talleres de Gaza de modo artesanal, pero los Grad y Katiusha llegan a los búnkeres de la franja a través de los túneles construidos en la frontera con Egipto. A través del estraperlo y de forma ilegal, Hamas se abastece por unos conductos que ahora han sido eliminados con los ataques actuales.

Por otro lado, el Gobierno israelí invierte fuertes sumas en la seguridad de su población asentada en las proximidades de Gaza, mientras que los palestinos carecen no sólo de búnqueres, sino de medicinas, agua y hasta suministro eléctrico (cortado por última vez a finales de noviembre durante casi una semana).

  • ¿Es posible una tercera intifada?

No. A pesar de que varios líderes islamistas han llamado a ella (como es el caso del líder del grupo libanés chiita Hezbollá, Hassan Nasralla, entre otros), una nueva intifada sólo sería posible bajo la bandera de la unidad palestina. Actualmente, esta opción está descartada si tenemos en cuenta los numerosos enfrentamientos a los que Hamás y Al-Fatah nos tienen acostumbrados. Por tanto, mientras las diferentes facciones palestinas se enfrascan en numerosos amagos guerracivilistas, Israel aprovecha la coyuntura para enarbolar la paz (haciendo un llamamiento al último plan, el de Annapolis de noviembre de 2007), pero sólo si Hamás desaparece del actual escenario internacional. Mientras, es el pueblo palestino la única víctima de este conflicto, que demuestra una vez más que la palabra paz en Oriente Próximo se ha convertido en una broma de mal gusto.

  • ¿Es una ofensiva definitiva o sólo uno de las muchas acciones belicistas en la zona?

Es complicado valorar operaciones militares de este calado cuando las diferencias estructurales entre ambos protagonistas es tan amplia. No podemos valorar el actual contexto como una guerra asimétrica entre potencias, como históricamente hemos conocido los conflictos belicistas. No hay duda de que Israel dispone de un potencial armamentístico infinitamente superior al que Hamás puede emplear en su defensa, lo que hace que su ataque sea nulo (cuatro israelíes muertos hasta el momento por casi 400 palestinos). A ello, hay que sumar la operación de imagen que el actual primer ministro israelí, Ehud  Olmert, quiere llevar a cabo ante la inminencia de unas elecciones de febrero a las que no se presenta (por las múltiples causas pendientes de corrupción que arrastra). Sólo un hipotético ataque terrestre podría medir el verdadero fin de estos continuos ataques. Entonces, Hamás podría desarrollar una estrategia subversiva que Israel no contempla. El sacrifio se convertiría entonces en un verdadero motor bélico en este conflicto. Olmert ya ha dicho que será una ofensiva larga. La comunidad internacional pide prudencia. Palestina clama a la piedad. De nuevo, la paz se mofa de los que nunca la alcanzarán.

Una llamada y una serpiente blanca

Una llamada y una serpiente blanca

Había perecido en innumerables intentos de conciliar un sueño que le permitiese abnegarse de la cotidiana realidad. Esa que desdibuja el presente más inmediato y nubla el futuro cercano a la proximidad. Pero entonces, el ritmeo incensantes de melódicas campanas no sólo vibró por los rincones de la habitación. Se había convertido en la polifanía que marcaba sus intentos de dormir. Vanos en todo caso. Terriblemente insoportable en su ejecución. Ante el incensante insomnio que se había apoderado de su devenir, las formas para descansar nunca llegaron; los modos para olvidar parecieron perderse. Bajo ningún concepto, una simbiosis hartamente imposible, ilocalizable, nada desdeñable.

Sin embargo, no sólo de infaustas campanas vivía la melancolía apoderada en aquella mañana fría. De él se había adueñado un bucólico llanto interno que fagocitaba por sus tripas, merodeaba por su nariz y atormentaba su cerebro. La malhumorada sensación que dominaba su insomnio en ese momento se agudizó con el hastío que perseguía a cada segundo que pasaba. La ansiedad ya había llamado a sus puertas, la desesperación logró saludar y el frustante cansancio se había acomodado de sensaciones continuas. Entonces las lágrimas blancas que emanaban por todo su interior, mostraban la ruina en que su cabeza exigía convertirse. Era sencillo: no podía dormir, no quería sentir.

Las llamadas telefónicas, sucedidas en clave de desánimo, no lograron aliviar aquellos perennes movimientos inútiles. De un lado a otro, mirando de aquí a allá, pensando en don y en doña, olvidándose de sí mismo. Sólo sobrecogido por una serpiente de color claro -venenosa ante todo- que mutaba su piel en el interior de un cuerpo gastado. Colgó el teléfono y supo que el desánimo se posaba sobre hombros alicaídos, párpados gastados y ojos enrarecidos. Los sentimientos ya se habían desgastado. En ocasiones de no utilizarlos. En otras, de puro maniqueísmo. La utopía del sueño era ya inalcanzable. El alivio tras esa llamada nunca llegaría. Despertó y sólo frente a él, la cruda realidad le mostró en lo que se había convertido. Le enseñó lo que hasta entonces parecía no haber aprendido. Por delante, ahora sólo le queda un tiempo que difícilmente pueda aprovechar. Eso sí, bajo una incuestionable cuestión de gustos, colores y olores.   

El futbolista milimétrico

El futbolista milimétrico

La madurez que Xavi Hernández ha alcanzado en su fútbol le ha convertido en el líder que marca la música de Barcelona y de la Selección Española. Con una batuta milemétrica que ritmea el estilo de sus equipos, Xavi también ha impregnado de seda el fútbol que despachan ambos equipos. Su forma de ensemblar su juego trae consigo el aprecio por el control, la obsesión por la precisión, el desprecio por la patada. Despacha a la perfección los conceptos básicos que su diccionario futbolístico muestra: control, pase y movimiento. Fotografías inequívocas que el Barça de las temporadas 2004-2005 y 2005-2006, el actual y la España campeona de Europa muestran.

La llegada de Xavi al primer equipo respondió a esa cultura que el Barcelona generó con el post-cruyffismo. Aterrizó en él para dar el relevo generacional a Guardiola, el jefe de la banda, cuando el suyo fue un despacho injusto alineado con un fin prematuro. En aquel equipo, Xavi buscó y encontró el papel de catalizador que ahora rezuma. Supo que la idea futbolística a desarrollar pasaba por su mecanicismo, por su precisión. Sin embargo, Xavi se infiltró en un centro del campo inocuo en su creación y desenfocado en su estilo. Un centro del campo faltó en su fondo, aburrido en su forma. Era el Barcelona holandizado, el de Van Gaal, el de la nada. Un Barcelona en busca de una identidad borrada con la necesidad y la impaciencia que el fútbol lleva consigo.

No fue hasta la llegada de Rijkaard al banquillo del equipo catalán cuando Xavi asumió el rol que, sin la finura de otros estilistas, trae consigo su baile de movimientos. Abondó la soledad de la medianía, para liderar la idea que desde entonces el Barça desarrolla. Con su 1’70 de estatura, el papel de complemento en un centro del campo rígido no era el suyo. Ni el de obstructor en tares defensivas. Necesitaba un espadero tras él para dotar de mecánica la milimetría que aquel equipo podía desprender. En aquel momento fue el fichaje navideño de Davids el que liberó a Xavi de la horizontalidad, para ubicarle en  la línea de tres cuartos y desde ahí capitanear la verticalidad del equipo. Amplió su perímetro de trabajo y adelantó su posición unos metros para abarcar el enlace ofensivo con la construcción trasera. Y entonces el Barcelona abandonó el fútbol funcionarial para dar paso a un juego matemático con dosis de pura indefición. Anárquico de modales aristocráticos.

Llegaron los títulos y con ellos el asentamiento definitivo que la huella de Xavi dejó en una marca barcelonista modelada desde la salida de Cruyff. Su papel en todos los aspectos del juego, cada vez más participativo y presencial, otorgó al jugador la perfección en su cirulación, la exactitud de sus lecturas o el aprendizaje para golear. El futbolista completo para equipos complejos. Pero no ha sido tanto con los títulos en el Barcelona, como con la consecución de la Eurocopa por parte de España, cuando Xavi ha recibido el reconocimiento que el fútbol otorga primero y aplaude después. El juego visto con un fluído milimetrismo y una sencillez desprendida de la idea que Xavi enseña: control, pase y movimiento.

Con sabor a anemia

Con sabor a anemia

Siempre se había mostrado demasiado ciclotímico para un ritmo vital que no le permitía conjeturas de ninguna o dudosa índole. Siempre había otorgado al beneficio de la duda un estado emocional para nada acorde con una mirada serena, fija, insultantemente estructurada en sus ideas, en convicciones disfrazadas a menudo de espinosos matices. Sin embargo, esta vez había degollado por completo el único reducto de felicidad que le quedaba: ese que alguien le había otorgado, aquel que siempre había sentido arrebatado.

Pensar en el mañana le asfixiaba. Nunca había sufrido irrisorios ataques de ansiedad, pero ahora su respiración se entrecortaba cuando pensaba en vitalizar su existencia. Sus fosas nasales ardían y cerraban el paso a la salida de aire. Cuando intentaba expulsarlo creía tener los orificios taponados con polvo fino, manchado, encandecido de una propia insuficiencia que le ahogaba. En lo físico y en lo psicológico. Aunque no podía hacer nada, no aguantaba imaginársela desnuda frente a otro. No soportaba saber que subastaba su cariño a otro mejor postor. Su estómago rezumaba ardor, su voz emitía sequedad. Dos botas pirenáicas galopaban por todo su cuerpo sólo de saber que esa inimaginable realidad era algo más que un disfrute ajeno. Era la percepción de un pasado inigualable, de un presente desconcertante, de un futuro inexistente.

Él había alcanzado el vacío espacio de la soledad. Entonces, buscó la perspectiva. No la encontró. Como un caballero, sólo le quedaba despedirse, no sin antes recordar todo aquello: el sabor a óxido, a hierro, a anemia. Él había dejado dejado de montar en la infructuosa noria de la ciclotimia. Él era venas, era nervio, era desesperación, era decadencia. En sus manos tuvo un imperecedero camino a la salvedad pero no supo dejar garbanzos que le guiaran hacia ella. Quiso pero no pudo, pudo pero no quiso. Sólo abogaba en desangrarse por dentro. Por fuera, lloraba pero no tenía lágrimas, reía pero no hacía muecas, buscaba consuelo sin encontrar sedación. Había admitido que la canción dejó de sonar. La triste melodía glorificó al silencio. Sólo entonces pudo respirar tranquilo. Sólo entonces, supo que ya era demasiado tarde.

El color de la historia se tiñe de negro

El color de la historia se tiñe de negro

Barack Hussein Obama ya es el nuevo presidente de los EEUU. La noticia no radica en su confirmación oficial, sólo un hecho cuando la estadística estatalista así lo confirma, pero una realidad días atrás cuando las encuestas ya garantizaban que este afroamericano se convertiría en el primer mandatario estadounidense no de raza blanca. Ya de paso, Obama ha doblado en delegados a su rival republicano, John McCain, logrando ya de paso la mayoría demócrata en el Senado, tan importante para las cuestiones de seda y salón que esconde la política estadounidense.

Desconocido hasta hace cuatro años, sólo valorado en ámbitos locales de Chicago; la carrera política de Obama ha tenido en esta noche la culminación del éxito personificado. Sólo con su desgastador mano a mano con Hillary Clinton en unas largísimas primarias, el triunfalismo con el que de ese período salió, daba una imagen vivaz de que Obama ya era una símbolo dispuesto a cambiar la historia del presidencialismo norteamericano, tan acostumbrado a las rígidas burocracias que los despachos de la Casa Blanca emanan.

Obama se ha catapultado él mismo hacia el más alto cargo estadounidense, pero impulsado por una nefasta, insultante y tremebunda política que los ocho años de la Administración Bush han demostrado. Rígidos en su forma y en su fondo, la población de EEUU ve en Obama ese acicate que le devuelva el sino al ciudadano medio del país. De ahí, que las muchas expectativas puestas en el Barack Obama-personaje son muchas más que las depositadas en el político. Y ahí puede radicar el principal escollo que el afroamericano debérá salvar. Hasta entonces, Obama es la principal esperanza para ciudadanos descontextualizados en una crisis institucional sin precedentes. Agarrados a su discurso renovador, a la fuerza con la que se ha presentado en el espectro internacional, Obama será el ágora en el que todo el país se volcará para verse seguro. Para ello, EEUU demandaba motivación para salir a votar. Un sólo suspiro de Obama parece que se la ha otorgado: participación histórica con un 60% acudiendo a las urnas.

Grandes respuestas eficaces para hacer frente a la crisis económica, entre las que se incluye un contacto directo y paralelo con la UE, así como uno rápido y poco doloroso plan de retirada de Irak, son los dos primeros baluartes en los que trabará Obama en la sombra hasta que Bush abandone la Casa Blanca. Será en el mes de enero. Para entonces el fenómeno Obama se habrá evaporado. Para entonces, el viento de Chicago -el que más sopla en todo EEUU- será una realidad que dará paso a un huracán afroamericano que acababa de hacer historia.

El periodismo sí es para cínicos

El periodismo sí es para cínicos

En un ejercicio de irresponsabilidad, todos hemos sumergido al periodismo en un subterfugio de intereses, en el que el beneficio cobra el primer, y único, interés de los poderes fácticos que lo emplean por y para su mejor beneplácito. Éste es, entiéndase, como la maximización de los ingresos que sus diferentes negocios les reporten. Y ante él, los medios sólo pueden ejercer esa visagra que se consagra junto a la cabecera de turno. El mensaje se evapora, el mensajero puede morir. Poco importa cuándo, y en qué cantidad, interesa aún menos. Los medios cobran relevancia para ejecutar ese manido tráfico de intereses que el cacique, el terratiente, el oligarca o el mafioso de turno pueden y quieren llevar a cabo. Y ahí se sienten cómodos, sin duda.

Objetivos económicos sí. Pero no los únicos. Los medios de comunicación -en general-, y de información -en particular- apuntan y disparan para su consecución. Los grupos editoriales se configuran como grandes espectros sociales que alimentan el tráfico de palabras o ideas. Nunca para hacerlo con la verdad. Y si la hay, es esa que no pueda molestar, con la que pueden traficar. Porque el despotismo es así: está llena de hombres y nombres enjutados en su propia desfachatez y camuflados bajo estrechos nudos de corbata. Desgraciadamente, abundan en los medios de comunicación.

Desconozco el pecado que para con el periodismo hemos cometido, pero la enfermedad que padece es grave. Parece que todos los que estamos jugando con su contenido, con su forma y con su fondo nos hayamos acostumbrados al trapicheo barato de la noticia. Desde la propia Universidad es desde donde se viene abajo la estructura informativa, la calidad periodística, la valoración noticiosa. Desde las redacciones es donde se ahogan las necesidad de querer contar lo que desgraciadamente no se puede contar. Mientras, en los despachos, ríen, se asustan, y nos liquidan. Hay cosas que no se pueden decir. "Maldita sea, no eres objetivo", sollozan.

La objetividad no existe. Nunca existió y me niego a exista en algún momento. La objetividad sólo es un invento del dinero a través del cual se pretende justificar frases inconexas, ingrávitas e inválidas para aportar absolutamente nada. Frente a ello, la veracidad y la honradez buscan un protagonismo perdido ante la inexactitud que representa la objetividad. Todos creen saber de objetividad, todos piensan valorar la objetividad, todos aseguran conocer la objetividad. Incierto. Nos amparamos en la objetividad para no contar verdades, para no molestar e incomodar. Pero la objetividad no se basa en una línea recta sobre la que tengamos que caminar para elaborar una información. Ahí es donde comienza a desviarse la relación causa-efecto que el periodismo, entre otras cosas, debería llevar intrínsico.

Este requiem es para una profesión en coma, enferma de poder, de éxito, de ego, de víboras desposeídas de valor. El periodismo como profesión no se ha contagiado por cuenta ajena. Han sido otros los que la han llevado a un coma del que es difícil que salga, acorde con los valores que se estilan en los pomposos despachos conjuntos a las redacciones. El periodismo no cambiará a corto plazo, porque sencillamente es rentable. Kappucinsky decía que este oficio no es para cínicos. Discrepo: está hecho para ellos. Para cínicos que utilizan en su propio beneficio el uso de la información, el derecho a la (su) verdad, los intereses creados. Para ellos, el periodismo actual está hecho a la perfección, tiene una marca definitoria que no admite ni discusión, ni un matiz de modificación. El periodismo ha muerto ¡Viva el periodismo!

 

P.D: A Carlos Otto, el polémico.

Felicidades

Felicidades

Salió huyendo en busca de una responsabilidad presentada entonces como necesaria, acorralada, ultrajada. Como la morfina, que aturde y esconde la lógica imperante que nos embellece, esa válvula se convirtió en una obligación para él. Todo lo contrario a salirse de la senda diseñada en aquellas noches, suponía azuzar un estado de las cosas que había dejado de reaccionar. Se configuraba como el termómetro que medía una situación difícil, rara, diferente, incómoda. Enfrentarse a ello demostraba las entonces insalvables diferencias dibujadas en las bonitas caras de ambos: la noche y el día, Page o Zappa, el pragmatismo o lo idílico. Eran pensamientos y discusiones en las que creían germinar algo concreto. La realidad demostró lo contrario: habladurías futiles y estériles. No obstante, parecía hasta gustarle. Y eso, cuanto menos, es de valorar. Pero entonces eran más sanos, quizás más guapos, y seguramente más inteligentes. Tiempos de complicados pensamientos para fáciles decisiones.

Comenzó a recoger sus cosas de un viejo armario, apolillado, sin bichos pero con olor a una vejez que entonces se posaba sobre sus hombros. Sabía que hacía lo contrario a lo que a veces su cabeza le dictaba. Proyectado tras las palabras dictadas por ella, esa sensación de inseguridad le invadía por momentos. Esas ideas se cargaban de un convencimiento alejado de una realidad fácilmente identificable. Ya mimetizada a través de una esfera inalterable y acelerada, de poco o nada cumplían en ese choque de objetivos, muy distantes por cierto.

Entre el tumulto textil, adornado por un aroma algo pueril, descubrió una liviana nota que resumía a la perfección la melodía que -su vida en general, su pensamiento en particular- podía entonar. Comenzó a leer, recobrando a partir de entonces el sonido de una canción que se ajustaba al contexto presentado en esos momentos, vivido con el empuje que la desesperación y la falta de tiempo les invitaba. Sobreseído el caso en cada una de sus múltiples líneas, se detuvo a leer, a pensar, a desesperar.

 

16 de septiembre

permite que te invite a la despedida
no importa que no merezca más tu atención
así se hacen las cosas en mí familia
así me enseñaron a que las quisiera yo

permite que te dedique la última línea
no importa que te disguste esta canción
así mi conciencia quedará más tranquila
así en esta banda decimos adiós

...y al final
te ataré con todas mis fuerzas
mis brazos serán cuerdas al bailar este vals
...y al final
quiero verte de nuevo contenta
sigue dando vueltas
si aguantas de pie

permite que te explique que no tengo prisa
no importa que tengas algo mejor que hacer
así nos podemos pegar toda la vida
así si me dejas no te dejaré de querer.

 

Un tiempo después, ese fragmento bucólico, emanuense, aburrido; no había perdido, sin embargo, ni un ápice de sabiduría de aquello que quería decir. Un tiempo después, él no era una estrella del rock and roll, ni siguiera un cometa pasajero. Sabía que los vasos comunicantes entre ambos eran ya nulos, encontrando la fragilidad de las redes para algo así.

Aunque ya son dos barcos sin rumbos, hoy son dos marionetas que van persiguiendo una luz cegadora. Él, sigue sin encontrar sentido a un enigma que no le deja existir. Ella, sabe lo que el hombre espera. Todo ello, sin haberlo aprendido, y claro está, si los nervios se lo permitían. FELICIDADES.

Dudas razonables

Dudas razonables

Desconozco la razón por la que las estrellas mediáticas, esas que adornan sus cuerpos con voluptuosos trajes de corbata y caracol, relucen sus rostros en televisión. Es más, desconozco la razón por la que la televisión se ha convertido en la quimera donde el oro es buscado por esos personajes dibujados de brillante desfachatez. Reclaman su felicidad como pioneros del tecnológico s.XXI. Esos monigotes dicen que todo va bien. Si así lo aseguran habrá que desconfiar.

No alcanzo a comprender el verdadero significado de la expresión crisis financiera, a pesar de mis intentos en anteriores post de relanzar un término manido, calificado como vital en unos momentos donde el capitalismo salvaje se baja los pantalones ante la indecencia que ellos solos han generado. Pobre de mí. Pobre del que quiso aprender algo de mí. El contribuyente mira atónito: guarda sus ahorros y sólo puede generarse a sí mismo un concepto que le despierta cada vez más dudas. Razonables en todo caso.

Pero dejando de lado el aspecto monetario que la televisión y los parqués bursatiles nos pueden brindar, también se escapa de mi lógica (y añado que de la gran mayoría. Absoluta en todo caso) las causas que nos llevan a repetir pensamientos, sentimientos, acciones, errores (crasos) y destierros mentales que juraste no volver a incluir dentro de los presupuestos generales de tu estado anímico. Una vez vencido en tu pulso particular, sólo te queda vigilarte a fondo. El único detective que funciona a estas horas genera cierto temor. Efectivamente, no te resistes al control policial que tu cabeza te establece. Un auténtico desastre. Sales por piernas de situaciones así. Una vez más. Y otra. Y las que te puedan quedar. No me atrevo a aventurar cuántas. Cuesta abajo, cuesta arriba se te hace el caminar. Uno ya elige el momento de detenerse ante el STOP de ocho ángulos (en estos casos, llamémosle octógono). Piensas, reflexionas, miras y continuas. ¿Hasta el siguiente? Sin duda.

Me resulta curioso conocer como un condenado alcohólico, cristiano ortodoxo, filántropo de medio pelo, cantante desgarrado y neurótico adicto a las anfetaminas puede generar un sentimiento musical tremendamente enganchante, terriblemente aséptico y vitalmente infinito. Efectivamente me refiero a Johnny Cash. Con una guitarra, un traje negro y una cicatriz como axioma de una personalidad abrupta, Cash te hace sentir la América profunda en stereo. O en dolby sorround. Cash se te pega a las orejas una música popular que tiene vida más allá de los spaguetti western. Te importa su música. Te preocupa porqué te hace sentirla de esa forma. Podría ser comparado con otros grandes del género, de la música, del arte en definitiva. Sería perder el tiempo. Johnny Cash fue único. Es único. Será único. Ni mejor ni peor. Incomparable en todas sus vertientes. Lo que Norman Mailer a la literatura, Johnny Cash es a este fraudulento negocio de la música. En él quien no corre vuela. O tonto el último. Perfectos en su forma, mediocres en sus modos. Lo fácil es engancharte no a lo que dicen, sino a la forma en la que lo dicen.

Rozando el patetismo, dudo de mi capacidad para encadenar ideas ya no brillantes, sino sencillamente comprensibles cuando te sientas a escribir. Sin la obligación de nada, apareces de repente frente a una pantalla en blanco, con el cursor parpadeando y te enmarcas en un tumulto de gilipolleces que sólo tu alcanzas a entender bajo la virtualización del OK, SAVE, GUARDAR o PUBLICAR. Mientras pienso qué opción escojo, apuras un cigarro y te preparas para enmarcarte en la siempre fácil aventura de dormir. Ahora sólo te queda saber qué clase de onirismo te espera. De lo que no dudas es de que el siguiente STOP está cerca. Afortunadamente, mucho más de lo que creemos.