La Franja de Gaza es un pequeño reducto de tierra que comparte frontera con Israel (al sudoeste) y con la Península egipcia del Sinaí (al nordeste). Tiene una población de algo más de millon y medio de habitantes, su densidad de población supera los 4.000 habitantes por km2, y la tasa de desempleo alcanza el 50%, según estimaciones de la ONG Save the Children. Conforma junto a la franja de Cisjordania los denominados territorios palestinos, usurpados por Israel tras la Guerra de los Seis Días en 1967 y sólo devueltos en 2005 tras un plan de retirada unliteral ejecutado por el entonces primer ministro sionista, Ariel Sharon. Entonces, la Franja de Gaza fue gobernada por la Autoridad Nacional Palestina, es decir, la oficialidad gubernamental en Palestina y la única organización aceptada como interlocutor válida en la geopolítica actual; hasta julio de 2007, cuando Hamas y Al-Fath (el brazo armado de la ANP) se enzarzaron en una guerra civil por el control de la Franja.
Hoy la Franja de Gaza sufre su quinto día de bombardeos consecutivos por parte de Israel. Hasta la fecha, han muerto casi 400 personas (todos ellos civiles, a pesar del maniqueísmo de la prensa con disgregar civiles e islamistas) y la cifra de heridos supera los 2.000. La situación se agrava a cada segundo que la operación ’Plomo fundido’ continúa con una crisis humanitaria sin precedentes y con un status quo que alcanza los calificativos de guerra. El contexto no invita a pensar en una solución cortoplazista mientras las operaciones militares se suceden y casi 2.000 reservistas israelíes y cientos de tanques silencian apostillados en la Franja a la espera de órdenes que den comienzo a la definitiva ofensiva terrestre.
Hoy Israel es una potencia occidentalizada en un caldo de cultivo llamado Oriente Próximo. Tel Avivi ha sabido aplicar hasta la fecha la política del palo y la zanahoria. Apoyados en todos y cada uno de sus movimientos por EEUU (con su respaldo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas donde Washington tiene derecho a veto), los sucesivos Gobiernos hebreos de cualquier índole (sean laboristas, sionistas -Likud- o de centro derecha -Kadima-) han adaptado el discurso del victimismo histórico para otorgar a sus vecinos musulmanes la oportunidad de redimirse ante sus decisiones políticas o aplacar las motivaciones belicistas. Hoy volvemos a ver como el escenario se tiñe de sangre cuando, en este caso, es Hamas la organización a la que se quiere apartar del escenario internacional.
Sin embargo, la cárcel en la que se convierte Gaza en la actualidad no es sino un fruto más de políticas erráticas para alcanzar la paz y de perspectivas diferentes a la hora de enfocar la situación actual. La ignoramos pues para empezar a valorar lo que realmente está siendo la reiteración de unos hechos manchados de sangre.
- Hamás alcanza el poder por la fuerza
No es cierto. La organización islámica Hamas llega al poder en enero de 2006 tras unas elecciones de indudable pureza y legitimidad donde logra 76 de los 132 escaños que componen la Asamblea Palestina. Muchos expertos vieron en esta sorprendente victoria una respuesta democrática a la mala gestión del oficialismo de Al-Fatah en un Estado sin tierra como es el palestino. Cansados del nihilismo que durante años había aplicado Yasser Arafat en la presidencia de la ANP, Hamas se erigió como un movimiento donde las políticas sociales jugaban un gran papel para el desarrollo del pueblo palestino, en particular, y musulmán en general. Sin embargo, el ascenso del Hamas al poder supuso un duro revés para la legitimidad internacional y la primera medida fue congelar las ayudas económicas al país por parte del Cuarteto que supervisa los planes de paz (EEUU, Federación Rusa, UE y ONU). El objetivo era obligar a Hamas a renunciar a las armas y a una lucha armada contra Israel. En total, unos 40 millones de euros mensuales comenzaron a ser retenidos y más de 3.500 productos básicos para la supervivencia fueron bloqueados en la frontera, para ahogar económicamente y humanitariamente a quien había llegado al poder de forma legítima.
- Al-Fatah y Hamas son enemigos
Ambos son dos facciones palestinas de corte diferente. Si Al-Fatah es el brazo armado y político de la Autoridad Nacional Palestina, que ha gobernado el país y ha negociado los sucesivos planes de paz desde la Guerra del Yom Ki Pur en 1973, Hamas es una organización de corte islamista que nunca ha dejado de considerar la opción de la vía armada.
La histórica confrontación entre la facción Al Fatah, derrotada en las urnas, y Hamas se agravó más que nunca con la victoria de estos últimos en 2006, pero una sutil intervención internacional logró que pasara de las palabras a las armas.
Según una investigación de la revista ’Vanity Fair’ apoyada en documentos confidenciales autentificados por fuentes norteamericanas, "hubo una iniciativa encubierta aprobada por Bush e implantada por la secretaria de Estado Condoleezza Rice y el viceconsejero de Seguridad Nacional, Elliott Abrams, para provocar una guerra civil palestina.
El plan fue apoyar las fuerzas dirigidas por Mohamed Dahlan, líder de Al Fatah, y dotarlas con nuevo armamento suministrado a petición norteamericana para dar a Fatah la fuerza necesaria para eliminar del poder al Gobierno democráticamente electo de Hamas. Es decir, Washington promovió un conflicto civil interpalestino para acabar con los islamistas.
Así, el actual líder de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Abu Mazen, (Mahmud Abbas) se negó a entregar el control de las fuerzas de Seguridad a Hamas, que organizó sus propias fuerzas. Los choques aislados entre ambas facciones se sucedieron durante casi un año y medio, hasta que en junio de 2007 derivaron en una corta guerra interna en la Franja de Gaza.
A los islamistas les bastaron pocos días para expulsar a Al Fatah. Abu Mazen disolvió el Gobierno electo de Hamas para nombrar otro Ejecutivo, tachado de ilegal por algunos expertos palestinos que también criticaron duramente la actuación de Hamas, y dividiendo ’de facto’ los dos territorios palestinos. Desde entonces, la primera crisis humana creada expresamente por Occidente ha empobrecido a la población hasta límites insospechados. Si en 2007, un millón de personas en Gaza sobrevivía gracias a las ayudas de la ONU, hoy se calcula que 1,2 millones comen gracias a Naciones Unidas, que ha dejado de recibir alimentos básicos por el cierre israelí. Hoy en día, los habitantes de Gaza tienen serias dificultades para encontrar pan.
- Hamas es culpable de la actual situación
Hamas e Israel acordaron establecer una tregua en sus reiterados ataques en junio de este año. De una duración que alcanzaba los seis meses, la organización islamista decidió no prorrogarla ante los continuos ahogos a los que se veía sometido por parte de Israel. Así, el 19 de diciembre, anuncia que no continuaría con la misma. A partir de ese momento, el Gobierno de Tel Aviv tenía claro que la ofensiva militar no tardaría mucho en llegar. Una semana después comenzaba la operación ’Plomo fundido’. La justificación a la misma era el masivo lanzamiento de cohetes desde la franja a suelo israelí. Es cierto que las facciones armadas palestinas lanzan sus cohetes contra el sur de Israel, al igual que es cierto que Tel Aviv acomete ofensivas aéreas contra la Franja en lo que calificacalifica como asesinatos selectivos, que por lo general suelen ocasionar víctimas civiles. La cuestión está en qué tipo de daño hacen unos y otros.
Según datos del Ministerio de Defensa israelí, la ONG The Israeli Project calcula que 23 israelíes han muerto entre 2001 y el verano de 2008 a causa de los proyectiles palestinos. Según el Centro Palestino para los Derechos Humanos, en ese periodo cerca de 4.000 palestinos han perdido la vida por ataques israelíes, de los cuales casi 850 son niños. Si a armamento nos referimos, Israel dispone de la más moderna tecnología militar auspiciada por EEUU, de carros de combate terrestres y aéreos en forma de F-16, y de una capacidad castrense insólita para un país que no llega a los cinco millones de habitantes en suelo israelí. Por su contra, Hamás dispone de las más rudimentarias formas para el combate. En concreto, son los cohetes de corta distancia Katiusha losempleados para el ataque. Los cohetes más rudimentarios se fabrican en talleres de Gaza de modo artesanal, pero los Grad y Katiusha llegan a los búnkeres de la franja a través de los túneles construidos en la frontera con Egipto. A través del estraperlo y de forma ilegal, Hamas se abastece por unos conductos que ahora han sido eliminados con los ataques actuales.
Por otro lado, el Gobierno israelí invierte fuertes sumas en la seguridad de su población asentada en las proximidades de Gaza, mientras que los palestinos carecen no sólo de búnqueres, sino de medicinas, agua y hasta suministro eléctrico (cortado por última vez a finales de noviembre durante casi una semana).
- ¿Es posible una tercera intifada?
No. A pesar de que varios líderes islamistas han llamado a ella (como es el caso del líder del grupo libanés chiita Hezbollá, Hassan Nasralla, entre otros), una nueva intifada sólo sería posible bajo la bandera de la unidad palestina. Actualmente, esta opción está descartada si tenemos en cuenta los numerosos enfrentamientos a los que Hamás y Al-Fatah nos tienen acostumbrados. Por tanto, mientras las diferentes facciones palestinas se enfrascan en numerosos amagos guerracivilistas, Israel aprovecha la coyuntura para enarbolar la paz (haciendo un llamamiento al último plan, el de Annapolis de noviembre de 2007), pero sólo si Hamás desaparece del actual escenario internacional. Mientras, es el pueblo palestino la única víctima de este conflicto, que demuestra una vez más que la palabra paz en Oriente Próximo se ha convertido en una broma de mal gusto.
- ¿Es una ofensiva definitiva o sólo uno de las muchas acciones belicistas en la zona?
Es complicado valorar operaciones militares de este calado cuando las diferencias estructurales entre ambos protagonistas es tan amplia. No podemos valorar el actual contexto como una guerra asimétrica entre potencias, como históricamente hemos conocido los conflictos belicistas. No hay duda de que Israel dispone de un potencial armamentístico infinitamente superior al que Hamás puede emplear en su defensa, lo que hace que su ataque sea nulo (cuatro israelíes muertos hasta el momento por casi 400 palestinos). A ello, hay que sumar la operación de imagen que el actual primer ministro israelí, Ehud Olmert, quiere llevar a cabo ante la inminencia de unas elecciones de febrero a las que no se presenta (por las múltiples causas pendientes de corrupción que arrastra). Sólo un hipotético ataque terrestre podría medir el verdadero fin de estos continuos ataques. Entonces, Hamás podría desarrollar una estrategia subversiva que Israel no contempla. El sacrifio se convertiría entonces en un verdadero motor bélico en este conflicto. Olmert ya ha dicho que será una ofensiva larga. La comunidad internacional pide prudencia. Palestina clama a la piedad. De nuevo, la paz se mofa de los que nunca la alcanzarán.