Un título que no admite discusión
Las heroicidades, como las buenas noticias o la sobredosis de endorfina, tiene un valor doble cuando se sienten, se relatan y se completan. El Real Madrid salió airoso anoche de El Reyno de Navarra, de la Liga y en general de un trámite que tarde o temprano no tardaría en llegar. Como el campeón ya se sabía como tal desde hace tiempo, los blancos quisieron darle ese aroma a momento colosal con una remontada en los últimos minutos en la que todo estaba en contra: dos jugadores menos, un rival que a día de hoy huele a Segunda división, lluvia, Saviola en el once titular... Algo de sangre, mucho de sudor y pocas lágrimas para corroborar un buen trabajo el que este equipo ha desarrollado en estos nueve meses de competición. Si para ello, la montaña se corona con tintes de dramatismo, el final de la película sabe mucho mejor.
Porque a falta de un juego definido, bonito y estiloso, los de Schuster han sido los más regulares en esta campaña. Y sin duda, esa característica les ha proporcionado más de un punto de ventaja frente al resto de rivales que han visto en los blancos una punta del iceberg que nunca alcanzarían. El Villarreal, porque desde el principio sabía que esa no era su batalla, el Sevilla porque ha estado más pendientes de retomar viejas gestas que de mantener ese atrora espectacular nivel a lo largo de este año y el Barcelona, porque ha promulgado por todos los costados cómo no elaborar un organigrama político-deportivo-social donde ha parecido premiar más la constancia por demostrar que el pasado no estaba muerto a definirse ante los nuevos tiempos. Renovarse o morir ante un cruyffismo que se ha escondido en todos y cada uno de los rincones en los que los catalanes se han movido.
Así, y con Sevilla, Barcelona y Valencia arremolinados ante una mediocridad de diversa marca, el Real Madrid ha sabido adaptar el discurso de la sencillez a su juego. Sin alardes de una grandeza que sí emana de los títulos, los blancos han vertebrado su plantilla en un gran portero, una defensa polivalente que se ha adaptado a las urgencias históricas que esa posición reclamaba, a un centro del campo batallado por la ligera mejora de Gago en el centro, las genialidades en forma de visión de juego que la bota izquierda de Guti posee, la vertebralidad de Sneijder y la rotación de Robben y Robinho como ejes entre el medio campo y la punta del ataque. Por cierto, en la mejor versión del Real Madrid, el brasileño dejó una lucidez en su juego que hacían ver algo más de lo que nos había enseñado. Maneras de estrella. Falso. Dudo mucho que el brasileño pueda dar mucho más de lo que hasta ahora ha demostrado en estas tres temporadas. Una lesión en los abdominales -parece que extrapolada a la cabeza- se lo han impedido. Una lástima. Arriba, el Madrid ha sabido sacar jugo a un puñado de futbolistas que, encabezados por Raúl, no se rindieron ante la desconfianza reinante: la fiabilidad de Van Nistelrooy hasta la lesión, la eclosión progresiva del acomplejado Higuaín o el aporte de goles del centro del campo han sido suficientes para que este equipo sea el más goleador de la Liga. Y todo ello sin hablar de la marginalidad progresiva de Saviola, Baptista o Soldado a la que Schuster ha acentuado en las últimas semanas. Con este título, el alemán se doctora en un rango que supera la mediocridad de nombres y hombres que sus anteriores equipos arrastraban. Los modales, aún es su asignatura pendiente. Poco a poco.
En definitiva, este equipo se ha alzado con el título liguero siendo máximo goleador y menos goleado, con una plantilla constante que no ha alcanzado los 15 jugadores y con una sensación de superioridad preocupante para ese elenco de equipos perseguidores que vieron al Madrid campeón desde varias jornadas. Quizás meses. El Camp Nou dictó sentencia en diciembre. Desde entonces, los blancos siempre se sintieron por encima de sus rivales. Desde entonces, el Madrid ya era campeón.
1 comentario
Sergio -
Un abrazo tipejo.