Ahora el cambio de ciclo puede esperar
Llegaba el Manchester a Barcelona como el definitivo acicate de una plantilla azulgrana que ha dejado de creer en sus posibilidades. En el juego colectivo, en la búsqueda de una identidad llamada a marcar época, en la consecución de un ramillete de títulos más amplio que el hasta ahora logrado. En definitiva, el Barcelona parecía llegar a estas semifinales casi sin quererlo. Ante ello, el peor contexto posible lo pintaba el rival: un Manchester United al que nadie se atreve a tildar de inferior en cualquier competición. Formado por un crepúsculo de jóvenes y maravillosos futbolistas que intimidan tan solo con salir al terreno de juego, la Champions League se presenta como el espejo ante el que los ingleses se miran para consolidar este proyecto de cara a un futuro cercano y proyectarlo a un fútbol mundial que se rinde con pleitesía.
Dos años atrás un empate a cero hubiera sido un mal resultado para un Barcelona que ahora tiene en el Manchester un fiel escudero del estilo propugnado entonces. Sin embargo, el tortuoso camino que los catalanes se han empeñado en recorrer desde entonces promociona las oportunidades del Barcelona que, en el caso de haber recibido ese gol de penalti en el primer minuto, ahora estaría eliminado. Ese fallo pareció otorgar la confianza a un cuadro que realizó uno de los mejores partidos que se recuerdan en las últimas temporadas. Posesión, salida rápida del balón y la búsqueda del camino fácil como señas de identidad que anularon al Manchester. Ni Rooney (sólo un escalón por debajo del fabuloso Cristiano Ronaldo), ni Tévez, ni Schooles en el ataque y en la medular eran capaces de soportar los finos alambres en los que se sostenía ante la mejora del Barcelona anoche. Mejora dentro de esa enfermedad en la que la falta de gol fue el único síntoma preocupante que los de Rijkaard dejaron anoche.
Pero igual que antes del partido el Barcelona no apostaba ni por si mismo para estar en la final y el Manchester rechistaba sobre su ego sabiéndose superior, la segunda parte de esta eliminatoria dilucidará si el cambio de ciclo se reflejará a favor del Barcelona, no sin dejar de lado las penosidades que le han acompañado hasta el momendo, o del Manchester United para abanderarse como el ciclón de esa maravillosa esencia que lleva consigo la Premier. Con Deco, Messi, Márquez e Iniesta en plena forma este Barcelona puede soñar con llegar a la final. El camino lo emprendió ayer. Para el próximo martes tan solo quedará el gol. Entonces, el cambio de ciclo sí puede esperar.
Dos años atrás un empate a cero hubiera sido un mal resultado para un Barcelona que ahora tiene en el Manchester un fiel escudero del estilo propugnado entonces. Sin embargo, el tortuoso camino que los catalanes se han empeñado en recorrer desde entonces promociona las oportunidades del Barcelona que, en el caso de haber recibido ese gol de penalti en el primer minuto, ahora estaría eliminado. Ese fallo pareció otorgar la confianza a un cuadro que realizó uno de los mejores partidos que se recuerdan en las últimas temporadas. Posesión, salida rápida del balón y la búsqueda del camino fácil como señas de identidad que anularon al Manchester. Ni Rooney (sólo un escalón por debajo del fabuloso Cristiano Ronaldo), ni Tévez, ni Schooles en el ataque y en la medular eran capaces de soportar los finos alambres en los que se sostenía ante la mejora del Barcelona anoche. Mejora dentro de esa enfermedad en la que la falta de gol fue el único síntoma preocupante que los de Rijkaard dejaron anoche.
Pero igual que antes del partido el Barcelona no apostaba ni por si mismo para estar en la final y el Manchester rechistaba sobre su ego sabiéndose superior, la segunda parte de esta eliminatoria dilucidará si el cambio de ciclo se reflejará a favor del Barcelona, no sin dejar de lado las penosidades que le han acompañado hasta el momendo, o del Manchester United para abanderarse como el ciclón de esa maravillosa esencia que lleva consigo la Premier. Con Deco, Messi, Márquez e Iniesta en plena forma este Barcelona puede soñar con llegar a la final. El camino lo emprendió ayer. Para el próximo martes tan solo quedará el gol. Entonces, el cambio de ciclo sí puede esperar.
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