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Donde la locura alcanza su sentido

Felicidades

Felicidades

Salió huyendo en busca de una responsabilidad presentada entonces como necesaria, acorralada, ultrajada. Como la morfina, que aturde y esconde la lógica imperante que nos embellece, esa válvula se convirtió en una obligación para él. Todo lo contrario a salirse de la senda diseñada en aquellas noches, suponía azuzar un estado de las cosas que había dejado de reaccionar. Se configuraba como el termómetro que medía una situación difícil, rara, diferente, incómoda. Enfrentarse a ello demostraba las entonces insalvables diferencias dibujadas en las bonitas caras de ambos: la noche y el día, Page o Zappa, el pragmatismo o lo idílico. Eran pensamientos y discusiones en las que creían germinar algo concreto. La realidad demostró lo contrario: habladurías futiles y estériles. No obstante, parecía hasta gustarle. Y eso, cuanto menos, es de valorar. Pero entonces eran más sanos, quizás más guapos, y seguramente más inteligentes. Tiempos de complicados pensamientos para fáciles decisiones.

Comenzó a recoger sus cosas de un viejo armario, apolillado, sin bichos pero con olor a una vejez que entonces se posaba sobre sus hombros. Sabía que hacía lo contrario a lo que a veces su cabeza le dictaba. Proyectado tras las palabras dictadas por ella, esa sensación de inseguridad le invadía por momentos. Esas ideas se cargaban de un convencimiento alejado de una realidad fácilmente identificable. Ya mimetizada a través de una esfera inalterable y acelerada, de poco o nada cumplían en ese choque de objetivos, muy distantes por cierto.

Entre el tumulto textil, adornado por un aroma algo pueril, descubrió una liviana nota que resumía a la perfección la melodía que -su vida en general, su pensamiento en particular- podía entonar. Comenzó a leer, recobrando a partir de entonces el sonido de una canción que se ajustaba al contexto presentado en esos momentos, vivido con el empuje que la desesperación y la falta de tiempo les invitaba. Sobreseído el caso en cada una de sus múltiples líneas, se detuvo a leer, a pensar, a desesperar.

 

16 de septiembre

permite que te invite a la despedida
no importa que no merezca más tu atención
así se hacen las cosas en mí familia
así me enseñaron a que las quisiera yo

permite que te dedique la última línea
no importa que te disguste esta canción
así mi conciencia quedará más tranquila
así en esta banda decimos adiós

...y al final
te ataré con todas mis fuerzas
mis brazos serán cuerdas al bailar este vals
...y al final
quiero verte de nuevo contenta
sigue dando vueltas
si aguantas de pie

permite que te explique que no tengo prisa
no importa que tengas algo mejor que hacer
así nos podemos pegar toda la vida
así si me dejas no te dejaré de querer.

 

Un tiempo después, ese fragmento bucólico, emanuense, aburrido; no había perdido, sin embargo, ni un ápice de sabiduría de aquello que quería decir. Un tiempo después, él no era una estrella del rock and roll, ni siguiera un cometa pasajero. Sabía que los vasos comunicantes entre ambos eran ya nulos, encontrando la fragilidad de las redes para algo así.

Aunque ya son dos barcos sin rumbos, hoy son dos marionetas que van persiguiendo una luz cegadora. Él, sigue sin encontrar sentido a un enigma que no le deja existir. Ella, sabe lo que el hombre espera. Todo ello, sin haberlo aprendido, y claro está, si los nervios se lo permitían. FELICIDADES.

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